INDUSTRIAS RACIONERO
“La historia de un tándem perfecto”.

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DE LAS PALABRAS DE LOS FUNDADORES
Domingo Racionero Sacristán y María José Cortés Pizarro.

 

ÉL. Nací en Madrid pero pasé mi infancia en Priego, un pueblo de Cuenca que nos proporcionó un hogar provisional lejos de la guerra.

Desde muy pequeño sentí la necesidad de vender; era vocacional. Con solo 10 años suplanté la identidad de mi padre para que una editorial me diera la representación de unas colecciones de tebeos “El Guerrero del Antifaz”. Esto me dio la posibilidad de leerlos gratis y luego venderlos a otros niños por algunos céntimos más; así gané mi primer dinero. Después con mi bicicleta empecé a vender en los pueblos cercanos, ampliando así mi primer pequeño negocio.

A los 17 años y a en Madrid, conseguí otras representaciones, primero de galletas y después de arroz. Enseguida demostré mi facilidad para abrir nuevos clientes y aprendí del negocio de la alimentación. Unos años más tarde conocí a la persona con la que he compartido toda mi vida y aventura empresarial y decidimos juntos crear el tándem ideal que impulsó desde el principio este proyecto; yo vendía y ella organizaba.

Así con mucho esfuerzo empezamos a envasar nuestras propias marcas y distribuirlas. Recorrí la geografía española de los años 60 y 70 en busca de buenas cosechas, hablando con la gente del campo y probando el producto aprendí de arroces, legumbres y harinas. El camino no fue fácil, hemos atravesado momentos complicados y hemos tenido muchas satisfacciones también. Después de toda una vida luchando contra todas las adversidades propias de un negocio, estamos orgullosos de pasar el relevo a nuestros hijos y nietos, ya la tercera generación y ver que sienten la misma pasión que yo.
Mi nieto hoy recorre el mundo de avión en avión igual que un día yo hice con mi coche por toda la península. Son nuevos tiempos.

Han heredado de mí su talento para las ventas y su entusiasmo por expandir la empresa en la dirección correcta.

Les dejo como herencia no solo un negocio si no la sabiduría y origen de lo que hoy tienen entre manos, un saber hacer y un saber estar.

 
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Les deseo que clientes y proveedores les brinden el mismo respeto y fidelidad que a mí me han dado durante años.

 

Ella. Educada para ser la perfecta ama de casa como la época dictaba, jamás imaginé que la vida a su lado me llevaría a ser empresaria. Le conocí con 19 años. Elegante, educado, le encantaba leer y pintar, íntegro y con un don especial de gentes para conseguir todo lo que se proponía; no fue difícil seducirme. En tres años nos casamos y tuvimos dos hijas. Le habían dado unas representaciones que consiguió hacer importantes rápidamente, por lo que nuestra situación económica era perfecta. Pero tanto su inquietud como la mía por avanzar y progresar en la vida nos llevó a crear esta empresa.

 
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Tenía una marca registrada desde hacía tiempo, MIAU, con ella emprendimos el proyecto. El éxito fue rotundo y enseguida nos vimos recompensados por el volumen de ventas. Solo para Madrid salían 150.000 paquetes de la marca al mes.
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Fui madre y empresaria a la vez  en una época complicada para asumir las dos tareas, aún así conseguí abrirme camino como profesional y hacerme respetar en un mundo muy masculino.

Sin darnos cuenta nuestras hijas crecieron junto a nuestro negocio,  tuvieron hijos que también sin darnos cuenta crecieron bajo nuestros mismos principios de integridad, coraje y lucha por emprender y mejorar en la vida.

Me aporta un gran descanso hoy día, saber que la marca MIAU queda en sus manos. A día de hoy sigo visitando nuestra empresa con la misma ilusión.

 

No puedo más que agradecer a mi yerno, mis hijas, nietos, clientes y consumidores su apoyo durante tantos años.
Les deso que sean felices y disfruten del prestigio que les dejamos.

 

SABEMOS QUE EN SUS MANOS, LA MARCA MIAU SEGUIRÁ CRECIENDO.

 

Nosotros hemos sido un tándem, a cada uno le tocó un asiento diferente pero hemos pedaleado en la misma dirección y con la misma energía.
No hay que mirar hacia atrás, siempre adelante y concentrados en que el esfuerzo realizado tenga un solo objetivo, potenciar el rendimiento que os permitirá alcanzar la misma meta para la empresa.

 

Domingo Racionero Sacristán y María José Cortés Pizarro.

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